Yo me ganaba la vida sirviendo cafés, en una creperia del centro, rodeada de todos los grandes bancos y edificios de oficina.
Así que me pasaban los días entre sonidos de platos, y comentarios de yuppies que tenian todo lo que a mi me faltaba pero sin saberlo aprovechar.
Lo único bueno de este trabajo era la música, que me dejaban ponerla yo. Y un ventanal bien grande que me permitía ver cómo pasaban las temporadas en el parque de enfrente. También me servía para asegurarme, cada poco, de que la bici seguía allí, encadenada al poste, y que no se la habian llevado los municipales, o peor aún, algún junkie, que tampoco la sabría aprovechar.
Y así me pasaban los días, tendría que pasar mucho tiempo hasta que mi ego reaccionara a que esto no iba pa parte. Pero mientras, fue un año de sedación total, salpicada de algunas noches de fiesta, conversaciones con sustancia y Björk.
Sí, Björk. En el Hemispheric, de gratis, para celebrar el aniversario de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Arena para los primeros 3000, bleachers para los demás perdedores.
El día trancurrió como cualquier otro. Con las mismas voces, con los mismos brain-numbing-comments, y los mismos rushes. Pero esta vez habia uno añadido, el rush por llegar a tiempo. Que en mi caso sería imposible, por lo que conté con los amigos para hacer la cola. Al salir apenas y me acordé de quitarme el delantal; pasar por casa a ducharme o cambiarme estaba out of the question. Y así pedaleé, como nunca había pedaleado, y dejé a Beverly encadenada entre las mil y una bicicletas que ya habían llegado antes que nosotros.
Corrí entre la gente haciendo la cola, escuchando las quejas como si no fueran conmigo, hasta encontrar a los mios. Y al final conseguimos el frente, y vimos a la enana islandesa dar brincos con unas alas de plumerío negro; y por un momento sentí que yo también debo tener alas, simplemente no estan a la vista, y los demás no las han notado porque primero debo aprender a usarlas.
And it rocked!
bjork me gusta, no soy un gran fan, pero me gusta
¿Qué sería de nosotros sin esos interludios (a veces musicales) en nuestra rutina?
xoxo´s
Qué libre se siente uno cuando, tenemos el poder de poner en nuestros trabajos la música que se nos antoje.
Me reí con eso de que tenías la bici encadenada y con todo y eso, le tirabas el ojito para ver si estaba ahí. Esa es una de las manías número uno de lo que tenemos o hemos tenido una bicicleta. Aunque esté encadenada uno nunca sabe si un ladrón super dotado pueda dejarnos a pies!
Bye cuídate!
me encanta la imagen hermosa
el comentario bien nitido
¡¡Björk es genial!!
Ahhhhhhhh.
He tenido esa expèriencia
Keep up the good work » »
best regards, nice info » »